Azul que robas el ruido de las horas
Y lo arrastras mar adentro
Sin rumbo a perderse en la eternidad
Azul de tregua sembrado en el sueño
Y siembra que madura nadie recogerá
Azul santo y por santo más odioso
Que te ciernes desde el olvido
A obligarme a ser aún más que dios
Dios anhelante, imperfecto, asustado,
A quien a cada hora derrota su soledad
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